Algunos sí, otros no

La elección de los platos que preparamos cada fin de semana depende de varios factores. Todos cuentan y es difícil decir a priori cual más. Evidentemente el producto. Aunque estemos acostumbrados a encontrar de todo y siempre, hay que tener en cuenta la época del año. El consumidor poco atento no lo hace, es lo que tiene la globalización, una berenjena bonita, sin sabor a nada, está en los escaparates de los supermercados 12 meses al año. Aunque entre diciembre y enero los precios alcanzan y superan los 4 euros al quilo. A lo mejor esa berenjena, por hacer un ejemplo, llega desde el otro lado del mundo. Ha recorrido 10 mil kilómetros en avión (ha sido más caro el vuelo, que lo que ha cobrado el campesino) y mientras ha ido maturando un poco, aunque no cogiendo, que es imposible, el sabor de una deliciosa berenjena de temporada.

La rapidez de los trasportes, lo poco que se paga al productor y lo mucho que cuesta el producto al consumidor final, permiten que nos zampemos una naranja en septiembre proveniente de Sudáfrica: ¿quién tiene paciencia de esperar un poco más de frío para degustar el manjar que nos llega de Valencia?
Para nosotros sigue siendo más que vigente la idea de que los productos de temporada, cultivados cerca del lugar de consumo, son los que hay que buscar.

El empuje de algunos clientes, la necesidad de hacer sostenible el negocio respondiendo positivamente a los caprichos, no aconsejan una aplicación rígida de ese criterio. Ahora sí, os tenemos que avisar que no siempre encontraréis en A Tavola una parmigiana, una caponata o unas melanzane al funghetto (todos platos a base de berenjenas) en meses de frío, cuando en el mercado encuentras un producto de baja calidad y elevadísimo precio.

Si no nos gusta el producto, simplemente no lo compraremos, ni lo cocinaremos, ni os lo vamos a proponer.