Un viaje al sabor.
Carlos era un español que nunca había salido de su país. Siempre había comido la comida típica de su región, sin atreverse a probar otras cocinas del mundo. Un día, ganó un viaje a Italia en un sorteo y decidió aprovechar la oportunidad para conocer otra cultura y otro idioma.
Llegó a Palermo, una ciudad llena de vida y de color. Se alojó en un pequeño hotel cerca del centro histórico y salió a explorar la ciudad. Se quedó maravillado con la belleza de sus monumentos, sus calles y sus plazas. Pero lo que más le llamó la atención fue el aroma que salía de las trattorias, pequeños restaurantes muy típicos en este País.
Entró en una de ellas, siguiendo su instinto y su curiosidad. Se sentó en una mesa y pidió el menú. No entendía nada de lo que ponía, así que le preguntó al camarero qué le recomendaba. El camarero le sonrió y le dijo:
Si quiere probar un plato típico napolitano, le sugiero la parmigiana di melanzane. Es una especie de lasaña hecha con berenjenas, salsa de tomate, queso y albahaca. Está deliciosa.
Carlos se dejó convencer y pidió la parmigiana di melanzane. Cuando le trajeron el plato, se quedó sorprendido por su aspecto. Era una capa de berenjenas fritas cubierta por otra capa de salsa de tomate y queso fundido, y así sucesivamente hasta formar una torre. Encima había unas hojas de albahaca fresca que le daban un toque verde.
Carlos cogió el tenedor y cortó un trozo. Lo llevó a su boca y lo mordió. En ese momento, sintió una explosión de sabor en su paladar. La berenjena estaba tierna y jugosa, la salsa de tomate era dulce y aromática, el queso era cremoso y salado, y la albahaca le daba un punto fresco y perfumado. Carlos cerró los ojos y se dejó llevar por la sensación de placer que le invadió.
Nunca había probado nada igual. Era una mezcla perfecta de ingredientes simples pero sabrosos, que se complementaban entre sí y creaban una armonía en su boca. Carlos pensó que aquello era arte, el arte de la cocina italiana.
Terminó el plato y se quedó con ganas de más. Le preguntó al camarero cómo se hacía la parmigiana di melanzane y él le explicó los pasos con paciencia. Carlos se los apuntó en una servilleta y se prometió a sí mismo que cuando volviera a España intentaría hacerla en su casa.
Se despidió del camarero con un grazie mille y salió del restaurante con una sonrisa en la cara. Había descubierto un nuevo mundo, un mundo de sabor y de alegría.
Había descubierto la cocina italiana.
Si te ha gustado este cuento y vives en Majadahonda, más te gustará la mejor Parmigiana de berenjenas de la zona: la encontrarás en A Tavola, tienda de comida para llevar, en la calle Sacrificio, 12.
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